Casting para Remus Lupin~

Suspiró, cansado. Nuevamente debía alejarse de la sociedad debido a su pequeño problema y, probablemente le sería aún más difícil encontrar trabajo luego de que Severus Snape le revelara a los alumnos su secreto. Por más que quisiese quedarse en Hogwarts, sabía que no podía, temía que en alguna noche de luna llena pudiese descuidarse y morder a alguien, además, era más que seguro el hecho de que llegarían un montón de cartas por parte de los padres de los estudiantes reprochando que no querrían a un hombre-lobo como profesor de sus muchachos. Aquello le hacía maldecirse interiormente por su situación, pero, al menos en ese año había descubierto la verdad sobre sus amigos: Sirius Black era inocente y Peter Pettigrew era culpable. También pudo conocer al hijo de James Potter y Lily Evans, y eso le dejaba una alegría inmensa.

Se dirigió hasta el escritorio del despacho, abrió los cajones, los vació y guardó sus objetos en su vieja maleta. El mapa del Merodeador que le había confiscado a Harry Potter una noche, yacía sobre la superficie del mueble, abierto. Remus le dirigió una mirada de soslayo y vio las pequeñas pisadas junto al nombre del niño que vivió aproximándose. Suspiró con nostalgia, quedándose unos minutos de pie, quiero. Luego, continuó guardando sus pertenencias, hasta que llamaron a la puerta.

–Adelante, Harry. Vi tu nombre en el mapa –habló, con su voz tranquila y algo cansada, propia de él. Se fijó en los ojos verdes del muchacho, iguales a los de su madre. Le impresionaban los múltiples cambios que ocurrieron en su vida. Parecía como si solamente ayer hubiese estado compartiendo con los merodeadores entre las paredes del mismo castillo en que se encontraba ahora.

–¿Es cierto que se irá, profesor? –preguntó Harry, entrando en el despacho. Lupin asintió, observándolo con un claro tono de pésame en las pupilas.

–No creo que a los padres les guste que un hombre-lobo les dé clases a sus alumnos, Harry –contestó, terminando de guardar sus cosas y cerrar la maleta.

El pequeño Gryffindor se disponía a volver a hablar, pero justo en ese instante Albus Dumbledore hizo presencia en el lugar, informándole al licántropo que su transporte le esperaba fuera del castillo.

–Gracias, profesor Dumbledore –dijo, tomando su equipaje y acercándose hasta la entrada del despacho. –Nos vemos, Harry –pronunció, antes de entregarle el mapa del merodeador al chico, para luego desvanecerse por el pasillo.